Emilia es una señora de 70 años que siempre sonríe.
Ha sobrevivido a dos cánceres de su marido, dos de su hija y uno de mama, de ella. Y a pesar de todo, siempre hay una sonrisa en su rostro.
Hoy ha venido a la consulta y la he notado extraña.
- ¿Qué le pasa Emilia?
- He tenido dos crisis de tensión alta esta semana. Me asusté mucho porque mi hija tuvo un accidente y cuando fui a verla la encontré llorando, desesperada, mientras me decía: - ¿Por qué me tiene que pasar todo a mí?
Mientras me cuenta esto una furtiva lágrima asoma a su mirada.
- Y claro, ¿cómo le voy a decir yo a mi hija que estoy preocupada porque tengo la tensión alta?¿Cómo me voy a quejar yo?
- Pues claro que se puede quejar, Emilia. Cuando necesite "quejarse" venga a la consulta que yo la escucharé. Entiendo que no quiera preocupar a su familia pero tiene todo el derecho a quejarse!.
Al final se ha ido con su sonrisa habitual y a mí me ha dejado un beso, un abrazo y un recuerdo de esta canción:
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