Los médicos del SAMU lo encontraron en el suelo, acurrucado, retorciéndose de dolor, abrazándose el abdomen y susurrando:
- Wikipedia se equivoca, wikipedia se ha equivocado!
Juan es un enfermo mental de 40 años: un esquizofrénico muy inteligente.
A lo largo de su vida, su pasión ha sido estudiar. Cualquier tema que le interesa se convierte en una obsesión y hasta que no conoce hasta el más mínimo de los detalles no cede en el intento.
Gracias a esta capacidad, Juan ha ganado dos oposiciones del Estado y trabaja como Técnico superior en la Administración. Tiene un buen sueldo y vive en un piso de su propiedad, cuya hipoteca paga religiosamente.
Precisamente, mientras estudiaba su segunda oposición se le descubrió la enfermedad. Un violento brote psicótico por agotamiento extremo le hizo destrozar una Biblioteca Pública.
Fue su primer ingreso por orden judicial y la primera negación de su enfermedad.
Cuando sus padres fueron a verle al Hospital no podían dar crédito a lo que estaban viendo.
Su hijo amarrado a la cama y completamente sedado. La boca desencajada y con un hilillo de saliva cayéndole por la comisura.
Jamás había dado ningún problema ni se había metido en ningún lío. Es verdad que tenía rarezas y que prefería pasear con sus padres a frecuentar jóvenes de su edad, pero nunca hubieran sospechado que fueran signos de su enfermedad.
Por desgracia, se han acostumbrado a los recurrentes ingresos por brotes psicóticos.
Cuando Juan está tratado, nadie nota su enfermedad. Es bueno en su trabajo y aunque tímido, muy servicial con los usuarios de su administración.
Pero él no se siente bien. Nota el enlentecimiento propio de los efectos secundarios de su tratamiento y siente su mente confusa.
Continuamente estudia cada artículo nuevo en el que se habla de la esquizofrenia paranoide y sabe que la inteligencia es un rasgo común en estos enfermos.
Esa inteligencia que tanto le admiraban cuando era adolescente, es la misma que le da los argumentos precisos para rebatir a los psiquiatras y negar su enfermedad.
Los psiquiatras ya no quieren convencerle. No quieren porque no pueden.
Sus padres lo han llevado a los mejores profesionales del país con idénticos resultados.
Juan tiene que medicarse aunque no quiera. Ellos saben que así se integra perfectamente en la sociedad aunque también saben que no es la voluntad de su hijo.
Durante muchos años ha sido una batalla continua por este motivo. A cada brote, temían lo peor. A veces desaparecía durante días sin saber nada de él. Otras, la policía llamaba a su puerta para avisarles que los vecinos habían oído voces y mucho ruido en su casa y que debían ir hasta allí para ver lo que pasaba.
Han llegado a temer por su propia vida porque Juan, que ama profundamente a sus padres, les culpa de todo lo que ocurre cuando está mal.
Les ha amenazado de muerte en muchas ocasiones, pero su amor por él les hace que siempre estén ahí cuando les necesita.
En una ocasión, su madre estaba intuyendo que su hijo se iba a descompensar de nuevo y quiso que el Juez actuara indicando un ingreso hospitalario preventivo. La respuesta que obtuvo fue que mientras su hijo no hiciera nada delictivo, no podían hacer nada.
Y como predijo su madre, Juan se descompensó y rompió los cristales de su casa arrojándolos a la calle. No mató a nadie por pura casualidad.
Finalmente, el juez ordenó que se le medicara, aún en contra de su voluntad.
Cada mes, obligatoriamente le inyectan la medicación antipsicótica.
Pero se sigue fugando cuando se acerca la fecha del tratamiento. A veces pasan meses sin que le inyecten.
Al final, obtienen orden de busca y captura y la policía lo lleva directamente al centro de salud.
Juan ha perdido las ganas de vivir y les ha dicho a sus padres que no quiere seguir viviendo en un mundo que le obliga a “envenenarse” para poder convivir con la gente.
Investigó de nuevo y leyó en wikipedia la cantidad de metanol que debía ingerir para acabar con su vida.
Y lo hizo.
Junto a su cuerpo encorvado por el dolor, encontraron la botella de metanol vacía.
Susurraba de forma repetida:
- Wikipedia se equivoca, wikipedia se ha equivocado.
De forma milagrosa se salvó de su suicida ingesta del veneno, pero fue directo otra vez al Hospital. Y de la UVI a la unidad de psiquiatría.
Ya no se atrevían a darle el alta a su domicilio.
Decidieron enviarle a una Residencia tutelada para enfermos mentales.
Le llevaron en ambulancia y sus padres le siguieron en su vehículo.
Mientras su padre firmaba el ingreso involuntario, Juan se tiró al vacío por una ventana desde el tercer piso.
Su cuerpo quedó tendido en el suelo, roto por la columna vertebral.
El intenso dolor de sus padres les hizo formular la pregunta al médico de la UVI:
- Doctor, ¿vivirá?
- Está muy grave, pero hay esperanzas, aunque quedará tetrapléjico.
- Disculpe doctor, si cuando podía moverse libremente no quería vivir, ¿cómo va a superar su mente su estado de tetraplejia.?
- Mi obligación es salvar vidas,… aunque el paciente no quiera vivir.
Juan se debate entre la vida y la muerte, o mejor dicho, entre la muerte en vida.
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