Como todos los sábados, acurrucado a la entrada del mercadillo de Babel. Curioso nombre, Babel," donde hablan muchos sin entenderse."
Cada vez estás más pequeño y tus ojos más grandes.
Me reconoces y me dices "buenos días" con tu acento del gran Sur.
Me sonríes y extiendes tu mano con un vasito de plástico con algunas monedas donde yo deposito un euro.
Tienes cara de buena persona y como yo, mucha gente se para a darte algo.
Cuando pienso en todo lo que habrás sufrido para llegar hasta aquí y acabar sintiendo que sobras en todas partes, se me hiela el corazón.
Allá en tu tierra, te dijeron que Europa era muy grande y muy rica. Y tú, muy pobre. Lógico pensar que valiera la pena sufrir tanto para llegar hasta aquí.
Y una vez aquí, no volverás atrás.
Qué se sentirá al saber que puedes morir solo.
Qué será de tí.
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Magnífic article, sensibilitat a flor de pell, com sempre als teus textos.