UNA MASCOTA, LA MEJOR TERAPIA.

Se llama Lucky y es nuestra mascota. Como su nombre indica es afortunado,  pero nosotros lo somos más por tenerle como mascota. Es siempre incondicional dando su cariño y a su manera, nos protege. Sentimos que somos importantes para él y tan solo con su presencia, nosotros somos mejores personas.

Esta semana he mantenido una conversación parecida con dos pacientes. A los dos les ha pasado algo parecido. Su mascota enfermó tanto que no se pudo hacer nada para salvarla. Los dos tienen un pesar dentro que van a enfermar.

Uno de los pacientes me decía que había sufrido mucho en los últimos días de vida de su perrita, pero que había permanecido junto a ella hasta el final. El veterinario le decía que no llorase, que se sobrepusiera. Pero él era incapaz. Ha adelgazado mucho y su ánimo está tan triste que se siente enfermo. Me decía que había querido más a su perrita que a muchas personas. Y yo le contesté, que su perrita le había querido a él, más  que muchas personas.

El otro paciente también ha sufrido la muerte de su perrita labrador. La adoptó de la protectora de animales siendo muy pequeña y le ha dado y ha recibido mucho cariño de su parte.  Por desgracia, el ciclo vital de las mascotas es mucho más corto que el de las personas e irremediablemente, tenemos que sufrir su muerte. Siente un penoso vacío en su interior y su depresión se ha reagudizado.

Tanto a uno como a otro les he dicho que su vacío sólo lo podrá llenar otra mascota.  No quieren oir hablar del tema pero yo sé que más tarde o más temprano, van a necesitar adoptar a otro perrito, seguramente el más desprotegido de la protectora de animales. Y es que, estas dos personas, tienen mucho cariño para dar y sienten que sus mascotas lo reciben mejor que muchas personas.

Para ellos, su mejor terapia será adoptar otro perro.