Cuando yo estudiaba medicina a finales de los 80, primeros de los 90, sonaba una canción de Joan Baez que me impactó e hice mía :"Sólo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente ".
Estando en el hospital este principio se pone a prueba cada día. La mayoría de los procedimientos son dolorosos. Se oyen gritos de dolor a menudo en el silencio de la noche.
Y aunque al principio te alarman, acabas acostumbrandote.
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