En estos días somos muchos los que no disfrutamos de estas fiestas navideñas como antes porque sentimos nuestras ausencias particulares: el padre, la madre, un hermano o lo peor de todo, un hijo.
Algunos de mis pacientes me comentan que siguen poniendo en la mesa, la silla de la persona ausente, otros cocinan los platos que más les gustaban y todos, entre los langostinos y los turrones, hablan y cuentan anécdotas de las personas queridas.
Para todas las personas que sienten sus ausencias en Navidad, les deseo lo mejor y que sigan recordando cada año a sus seres queridos.
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