Isabel es una paciente “extrema”, es decir, puede venir con un resfriado y al día siguiente puede acabar en una neumonía. No es extraño que cuando la vea entrar en la consulta, se enciendan mis alarmas.
Es una persona que ha sufrido mucho en su vida. Creo que la primera pena la invadió cuando murió su madre. Una muerte inesperada que no aceptó nunca. Siempre dice que aún no era la hora de su madre, que tenía mucha vida por delante.
Ha sufrido muchas depresiones, casi las ha ido encadenando a lo largo de los años con pequeños períodos de alegría. En estos momentos tiene una sonrisa muy bonita y una maravillosa creatividad que refleja en la pintura y en tiernos trabajos manuales.
Hace un mes vino a la consulta y me dijo:
- No estoy bien. Me siento débil y tengo un dolorcito aquí, en el costado izquierdo que no me deja ni de noche ni de día.
Los médicos sabemos que es más fácil mostrar dolor físico que dolor emocional.
- De acuerdo Isabel. Pasa a la camilla y te exploro.
Al poner mis manos sobre su abdomen palpé una gran esplenomegalia. Su bazo estaba enorme. Pocas veces en mi vida profesional he palpado un bazo de esas dimensiones.
Le dije lo que le pasaba y le indiqué que debía ver urgentemente al especialista.
Hace unos días volvió a la consulta. Una cicatriz atraviesa su abdomen de arriba abajo.
Le han extirpado el bazo pero no saben el origen de su esplenomegalia.
Según la Medicina Tradicional China la tristeza y la depresión son emociones asociadas al bazo, están asociadas a las decepciones, separaciones o pérdidas. Expresa su sonido como “llanto”.
Llanto, pena, tristeza y depresión.
Me recuerdan a Isabel …..
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