Sábado de guardia de pediatría. Bea entra en la consulta de la mano de su padre mirando al suelo, con el entrecejo fruncido y apretando su osito hacia su pecho.
Bea, 2 años, 100 cm de estatura y 13 kg de peso. Su padre, unos 30 años, 190 cm de altura y más de 100 kg de peso.
Le pregunto qué le pasa y su padre me dice que Bea ha pasado una otitis y cree que no se le ha curado bien porque se queja de dolor de oídos y tiene algo de fiebre. Entonces, como siempre que veo a un niño por primera vez, me dirijo a Bea con una sonrisa y le digo que se siente en la camilla, que la voy a explorar. En ese momento, la niña se pone a llorar y a gritar que no quiere. Su padre, muy pacientemente, le dice que es por su bien, que la doctora necesita ver los oídos para poder darle un jarabe y que se cure. La niña no atiende razones y sigue gritando y dando patadas. En un instante, sin saber cómo, una de esas patadas alcanza el labio de su padre y se pone a sangrar, al mismo tiempo que no para de sudar. Una situación muy delicada como podréis imaginar. En esas condiciones es imposible explorar a la niña.
Teniendo en cuenta la vitalidad de la niña, es obvio que no debía ocurrirle nada grave. Así que le receto:
1.- Paracetamol si tiene fiebre.
2.- Un video de dibujos animados que hace furor entre los niños de su edad y que se titula “Caillou va al médico”.
Para mi sorpresa, el padre me agradece mucho lo del video porque la niña es fan de Caillou y seguro que la próxima vez que tenga que llevarla al médico, ya no se repite esta aventura.
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Enhorabuena por tu profesionalidad, barnizada por un gran dominio de la psicología práctica.
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Sorprendente solución a la par que acertada, estoy segura de que ese video será de gran ayuda para que esa niña no tenga pánico al médico.
A veces los profesionales tienden a ser demasiado convencionales, lo que es un error, habida cuenta que en la realidad no todo está en los libros, ni se puede estudiar en una Facultad.